martes, 16 de julio de 2013

Lord Voldemort es Luis Bárcenas

Hace calor en Londres. El aire sopla poco y la temperatura no baja de los 16 grados. Por el día siempre en torno a los 27. Y el cielo, casi siempre despejado salvo alguna nube despistada. Se que en España hace buen tiempo. Se que el bochorno no se reduce al ámbito meteorológico. Se percibe un ambiente irrespirable. A la crisis económica se le suma, también, una crisis política. Una crisis que llega hasta el Palacio de la Moncloa. Sin embargo, el gallego que se hace el sueco y presume de patriotismo hace de la Moncloa su isla, de su mayoría absoluta, el antídoto para no tener que dar demasiadas explicaciones sobre una trama de corrupción, de sobres con dinero negro y cuentas en Suiza. En el ojo del huracán, el ex tesorero del partido que soporta al Gobierno. Su tesorero hasta hace 4 días. El tema es, como diría Rajoy, que el hombre cuyo nombre no se atreve a pronunciar, puede hacer saltar a un gobierno si sus papeles resultan ser ciertos.  El tema es, como diría Rajoy, que un gobierno que pretende dar confianza y sacar al país adelante no puede obviar sus problemas. Y el caso Bárcenas, que es  el caso PP, no es la mejor manera de vender confianza, de vender la Marca España. Un presidente que se niega a dar explicaciones en la sede de la soberanía nacional, que no afronta el tema, que se esconde en la Moncloa, que se defiende tras esa mayoría absoluta. Un Presidente que esta salpicado de corrupción, que no ha limpiado su casa en su momento. Que presuntamente ha participado en el cobro de comisiones ilegales. O da la cara y empieza a dar explicaciones a los ciudadanos, o lo mejor que puede hacer es marcharse. No es apto para llevar el timón de un país. Está en permanente sospecha. Le hace un flaco favor a la democracia. Pervierte los valores éticos y morales que se le exigen a un responsable público. A Rajoy le cuesta explicar las cosas. está en una encrucijada y creo que está a tiempo de salir, ser valiente, y demostrar algo de dignidad. El rehuir y negarlo todo sin argumentos sólidos, el dar la espalda al parlamento y no escuchar, son síntomas de debilidad, de oscurantismo y de una transparencia nula.

Génova 13 ha sido el escenario de esta novela de corrupción y política que va por entregas. El Presidente del Gobierno no se atreve a pronunciar su nombre. ¿Porqué?

El hombre que sabía demasiado